Teresa, voluntaria de Aldeas Infantiles SOS: “Ellos aprenderán de ti, pero seguro que tú también de ellos”

En el Día Internacional de los Voluntarios, Teresa Jiménez cuenta su experiencia como voluntaria en el Centro de Día de Granada

Para Teresa Jiménez, el voluntariado que ejerce en Aldeas Infantiles SOS ha sido y es “un camino hecho de rosas”. No puede expresar con palabras todo lo que le hacen sentir los niños y niñas a los que imparte clases de apoyo en el Centro de Día Estrella de Granada. Desde febrero de 2024, esta joven psicóloga de 22 años acompaña a la infancia más vulnerable, para que la sientan no solo como su profesora, sino como un hogar.

“Estudié psicología y siempre he tenido el interés de enfocarlo al ámbito social. Así que decidí ser voluntaria en Aldeas Infantiles SOS, comprobar si me encontraba a gusto y, finalmente, me encantó”, describe. Cuenta que como voluntaria no tiene esa capacidad para intervenir, pero le ayuda, sin duda, “a situar los aprendizajes teóricos que he tenido durante toda la carrera. Y ver cómo interactúan los educadores, me ayuda también a aprender cómo intervenir en un futuro laboral”.

Y es que el voluntariado es mucho más que ofrecer tiempo o habilidades; es un acto que transforma tanto a quienes reciben como a quienes dan. Es mirar más allá de uno mismo, no solo con un propósito, sino con la intención de construir vínculos y generar un impacto duradero. Así lo define también esta voluntaria: “La palabra perfecta para definir mi trabajo como voluntaria es ‘reconfortante’, porque ha sido en todo momento una relación recíproca de cariño y aprendizaje. Me lo he pasado muy bien, me han tratado genial, tanto los educadores, como los niños. Todos te acogen de una manera espectacular”.

Vida personal, profesional y ¿voluntariado?

Equilibrar el tiempo personal con el voluntariado no es tarea fácil, especialmente en un mundo donde el ritmo de las responsabilidades laborales, familiares y sociales parece no dar tregua. Teresa desarrolla su voluntariado cada tarde con tareas de apoyo escolar, juego libre o talleres. Ahora mismo se encuentra estudiando un máster, y el esfuerzo es mayor: “termino mis clases a las 14:00 h y salgo corriendo para llegar a las 15:30 h, pero la verdad es que, como me gusta tanto, me da igual”.

Esta voluntaria explica que este equilibrio también les enseña a priorizar y a descubrir que, lejos de ser una carga, su compromiso enriquece su tiempo personal. Las conexiones humanas que construyen, las historias que escuchan y los logros que celebran junto a los niños y niñas, les devuelven una gran energía emocional.

“Creo que aunque ellos y ellas no sean del todo conscientes, su ambiente, ya sea familiar o social, no favorece mucho el aprendizaje, la educación e, incluso en ocasiones, el cariño. Por lo que sacarlos de este contexto y brindarles ese apoyo, algo que a lo mejor les falta en el futuro, les va a suponer algo muy grande”, cuenta. 

Un aprendizaje mutuo

Cuando Teresa volvió después de las vacaciones de verano, se quedó sorprendida; no esperaba que los niños y niñas se acordaran mucho de ella, “pero de repente se levantaron de la silla para darme un abrazo”, describe. En ese momento se dio cuenta del cariño y el valor que ella les aportaba y que también le aportan. “Entiendo que ellos aprenderán de ti, obviamente, pero seguro que tú también has sacado algún aprendizaje de ellos”, señala.

Si piensa en el futuro, sin duda, quiere seguir formando parte de esta gran familia. Y si piensa en la infancia a la que apoya, lo tiene claro: “Me gustaría que tengan una vida normal, que terminen la ESO y bachillerato y que salgan con sus amigos. Básicamente que cumplan los sueños que algunos me han contado. Lo que más espero es que sean felices”.

A menudo, quienes piensan en hacer voluntariado, pero no se animan, sienten las mismas dudas: ¿Tendré suficiente tiempo? ¿Realmente puedo ayudar? ¿Será esto para mí? Es normal sentir inseguridad ante la idea de salir de la zona de confort y dedicar una parte de nuestra vida a los demás. Jiménez, con su experiencia en Aldeas Infantiles SOS, comparte un mensaje claro y esperanzador: “Tú también aprendes y te llevas algo. No se trata solamente de dar; recibes muchísimo más de lo que das. Y eso genera una sensación de honestidad muy buena”.