Aldeas acompaña a los niños en Honduras
Aldeas Infantiles SOS atiende en Honduras a niños no acompañados que trataban de unirse a la caravana
Aldeas Infantiles SOS apoya en Honduras a niños no acompañados que han sido devueltos a su país. Intentaban unirse a la caravana de migrantes que atraviesa Centroamérica con destino a Estados Unidos. Aldeas pide a los países de origen, tránsito y destino que respeten la legislación internacional para garantizar los derechos de los niños.
De los más de 3.080 niños que han regresado a Honduras desde mediados de octubre, al menos 300 estaban separados de sus familias. La mayoría de ellos se encontraba en Guatemala y otros apenas habían cruzado la frontera cuando la policía los devolvió. Todos ellos necesitaban protección.
Aldeas Infantiles SOS de Honduras proporciona atención temporal a estos niños en sus programas en Santa Rosa de Copán. Por ellos ya han pasado un total de 59 menores. Además, el número de niños que regresan solos a Honduras continúa creciendo. Por eso, Aldeas trabaja para incrementar la capacidad y ha abierto un segundo programa de acogida en Choluteca. En ambas localidades, donde ya existían Aldeas, se está trabajando en coordinación con los servicios sociales.
Los niños acogidos en Santa Rosa de Copán tienen entre 3 y 17 años. En algunos casos solo tardan un día en reunirse con sus familias en Honduras. En otros, lleva más tiempo porque los padres han abandonado el país. Según el director nacional de Aldeas Infantiles SOS de Honduras, Nicolás Alfaro, “hay muchos niños que emigraron solos; se van debido a la violencia, la presión de los compañeros o porque quieren buscar oportunidades en otro país”.
Volverán a intentarlo
“La mayoría de los niños que llegan a Santa Rosa de Copán admiten que intentarán cruzar la frontera nuevamente; otros están asustados, nerviosos y ansiosos por regresar con sus familias”, explica Alfaro. “Algunos de ellos están tristes. Nosotros les facilitamos atención emocional inicial, pero dado que el tiempo que permanecen aquí es breve, no hay oportunidad de tratar su salud mental a largo plazo”, añade.
La migración infantil no es un fenómeno nuevo en Honduras. Además, ha crecido significativamente después de que las elecciones presidenciales celebradas hace un año alimentasen el descontento social. Para Alfaro, las consecuencias a largo plazo para los niños que desean abandonar el país son preocupantes. “Si las cosas no cambian, se convertirá en un círculo vicioso y estos niños intentarán irse una y otra vez”, dice. “Estamos viendo niños casos en que no saben leer ni escribir. También a otros que abandonaron su educación para trabajar en los campos por menos de cuatro dólares al día”.
Mientras la situación se mantenga y de acuerdo con la legislación internacional, estos niños deben recibir cuidados y protección. Al menos hasta que puedan ser reunidos de forma segura con sus familias y seres queridos. El director de Aldeas en Honduras advierte que “es esencial que reciban cuidados y que tengan acceso a comida y a un lugar seguro para vivir. En Aldeas llevamos 48 años atendiendo a la infancia vulnerable de Honduras. Por ello, estamos en una buena posición para ayudarles hasta que puedan regresar a sus casas”.
Medidas para garantizar la protección de los niños
La caravana de migrantes comenzó el pasado 12 de octubre desde Honduras con rumbo a México y Estados Unidos, Aldeas pide a los países implicados (origen, tránsito y destino) lo siguiente:
1.- Que pongan en marcha los mecanismos necesarios para garantizar la protección y el respeto de los derechos de estas personas, en especial de los niños, niñas y adolescentes.
2.- Que en todo momento prevalezca el interés superior del niño, sobre todo la no separación de sus madres, padres o familiares con quienes viajan.
3.- Que se eviten las detenciones de menores, así como su criminalización y estigmatización.
4.- Que se cumplan los tratados y convenios internacionales de derechos humanos, derecho internacional humanitario y del derecho de protección internacional.
5.- Que se brinde especial atención, integral y diferenciada atendiendo a sus necesidades específicas, a los grupos más vulnerables, entre los que se encuentran los menores de edad y, en particular, aquellos que viajan no acompañados.